domingo, 18 de diciembre de 2016

¿Cómo afrontar con los niños el tema de defunciones de familiares cercanos?



La muerte es un tema que está presente en la vida de todas las personas: nos mueren seres cercanos, escuchamos noticias constantemente de gente que muere, sabemos que nosotros algún día moriremos... Pero... ¿Cómo afrontan los niños estas situaciones cuando se trata de la perdida de seres cercanos?
A muchos niños, desgraciadamente, les toca afrontar el fallecimiento de seres cercanos a cortas edades. En estas situaciones, muchos familiares se encuentran sin las estrategias apropiadas para contarles lo ocurrido a los niños.

En esta publicación me gustaría exponer algunas pautas que ayudarán a los adultos a transmitir la mala noticia, además de ayudar a los pequeños a digerir mejor la situación.

  • En primer lugar, destacar algunas afirmaciones erróneas que los adultos suelen decir a los niños para intentar hacerles sufrir menos como son "se ha ido al cielo", "se ha quedado dormido", "se ha marchado"... Cuando les decimos esto a los niños, ellos interpretan las palabras al pie de la letra, por lo que piensan que el fallecido puede volver en cualquier momento. Aunque en principio nos pueda parecer que esto es mejor para que no sufra, a la larga cuando vea que no vuelva sufrirá más. Por ello, la importancia de explicarles correctamente las cosas.
  • No debemos rehuir este tema. Tenemos que explicarles qué es la muerte en un lenguaje que comprendan y aclararles dudas.
  • Debemos de facilitarles el duelo. No debemos de mantener en secreto la muerte, debemos de decirles lo que realmente ha pasado adaptado a su lenguaje y comprensión. Que los niños pasen por un duelo es algo normal y saludable.
  • La participación en ritos funerarios como despedida. Habitualmente, intentamos apartar a los más pequeños de estas situaciones, es común dejarles en casa de amigos/familiares los días de velatorio y entierro, creyendo que no es sitio para un niño. Es cierto, que estar de continuo en el velatorio no es lo mejor para un niño pero que vaya unas horas al velatorio y que acuda al entierro es una forma de despedida y de cierre que puede ayudar a afrontar esta situación. Cabe destacar que no se les debe obligar a asistir si no quieren, debe ser voluntario y el tiempo que deseen. En casos en lo que no se despiden es conveniente que más adelante lo hagan.
  • En muchas ocasiones, los adultos nos hacemos los duros delante delante de los niños y no lloramos (si nos ven llorando es a escondidas). Esto es un error, detectan el llanto como algo negativo, que no debe hacerse ni compartirse. Los niños deben de expresar sus sentimientos, tienen que saber que llorar y expresarse es algo normal.
  • Hablar del fallecido. Muchas personas, cuando ven que el niño comienza a hablar de esta persona, intentan evadirle y cambiar de tema. Que el ser querido haya fallecido no quiere decir que ya no podamos recordarle. Es normal recordar en actividades cotidianas al fallecido, ya que probablemente muchas de las actividades que antes hacía con esta persona ahora tenga a pasar a hacerlas solo o con otros. 

Cabe destacar que estas pautas son a nivel general. Muchos aspectos dependen de la edad del niño, no es lo mismo un niño de tres años que uno de doce,  ya que el concepto de muerte es muy diferente.

Si en algún momento tienen dudas lo mejor es contactar con un especialista el cual pueda darles pautas acorde con su caso concreto.






 



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domingo, 4 de septiembre de 2016

Vuelta a la rutina


Al igual que a los adultos, a los más pequeños de la casa también les supone un gran esfuerzo volver a la rutina.
Aunque, desde mi opinión, la depresión postvacacional no existe, sí podemos notar una serie de síntomas negativos después de las vacaciones. De este modo, tanto adultos como pequeños tenemos que afrontar la vuelta a la rutina de la forma más positiva y saludable posible, para ello podemos seguir algunas sencillas pautas que nos ayudarán.

Pautas básicas a seguir con nuestros hijos para afrontar la vuelta al colegio:
  • En primer lugar lo más apropiado es ir verbalizando a nuestros hijos los nuevos cambios que se van a producir (tenemos que echarnos pronto, madrugar más, cambiar horarios...). Cabe destacar que según la edad tendremos que adaptar nuestro lenguaje a su comprensión. Se recomienda que estas verbalizaciones comiencen al menos una semana antes de la vuelta a la rutina.
  • Posteriormente, debemos de ir introduciendo cambios día a día y paulatinamente. Todos los cambios a la vez pueden producir malestar en los niños. Podemos comenzar por acostar a los niños cada vez un poco primero hasta conseguir la hora deseada para todo el curso.
  • Cuando la primera rutina ya se esté modificando iremos introduciendo otras, como por ejemplo, la hora de levantarse o los horarios de las comidas.
  • Un aspecto importante a resaltar son las horas de clase, los niños pasan de no hacer nada en todo el día (por general) a estar más de cinco horas sentados en un pupitre. Por ello, desde mi punto de vista, recomendaría poner alguna tarea breve de repaso a los niños en las semanas antes a comenzar el curso. De este modo podrán "refrescar" los conocimientos adquiridos en el curso anterior e ir adaptándose de nuevo a las horas de estudio. 
  • Así, se volverá a la "normalidad" de una forma gradual, sin cambios drásticos que produzcan malestar.
Al igual que en nuestros hijos, estas pautas también son aplicables a los adultos. Cabe destacar a nuestro favor que los adultos tenemos mayor capacidad para adaptarnos, por ello, el cambio puede ser más rápido. En nuestra contra podemos decir que los adultos tenemos más responsabilidades con la vuelta a la rutina, por lo que tendremos que ir modificando más conductas.

Espero que os sean de interés estas pequeñas pero útiles pautas.
¡Ánimo a todos con la vuelta a la rutina!

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sábado, 25 de junio de 2016

Trastorno de conducta


El trastorno de conducta está definido por el conjunto de problemas graves para controlar las emociones y comportamientos. Se constituye como un patrón persistente y repetitivo.(*)


A continuación, se exponen algunas de las características que nos pueden hacer pensar que nuestro hijo presenta este trastorno:


  • Agresión a personas y/o animales
  • Hurtos
  • Engaños o mentiras
  • Destrucción de objetos
  • Incumplimiento de normas sociales y/o familiares
  • Rasgos de emocionales negativos
  • Bajo autocontrol (ejemplo: irritabilidad, ira, inestabilidad emocional...)
  • Dureza e insensibilidad afectiva (falta de empatía, afecto superficial, ausencia de sentimiento de culpa).

En caso de tener sospechas de que nuestro hijo puede presentar este problema debemos de acudir a un profesional que pueda ratificarlo y posteriormente trabajar con el niño y la familia.

La familia es fundamental en estos casos, ya que muchas conductas de los niños suelen estar mantenidas por comportamientos inadecuados de los padres.

Algunos de estos comportamientos que mantienen el trastorno de conducta son los siguientes:
  • Reforzamiento accidental de conducta inadecuadas (ejemplo, niño pequeño que tira del pelo a su madre y esta le ríe la gracia)
  • Ausencia de reforzamiento en conductas positivas (tendemos a decir solo lo que hacen mal y no lo que hacen bien)
  • Críticas frecuentes ("eres un vago", "eres tonto", "eres malo"...)
  • Falta de afecto
  • Pocas interacciones con los hijos
  • Ceder siempre ante todas las demandas de los hijos (debemos de poner límites a las demandas de los niños para que estos aprendan que no todo lo que quieren pueden conseguirlo)





(*) Cabe destacar que a pesar de que lo denominemos Trastorno de Conducta, no debemos de caer en el etiquetamiento, es decir, esta es simplemente una forma profesional de denominar un patrón comportamental. Por ello, no debemos de pensar que nuestro hijo está "enfermo", ni hacerle consciente de esto.
El etiquetamiento solo fomenta las características negativas del niño, creyéndose este que es así realmente y perjudicando el desarrollo y cambio del mismo.


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miércoles, 30 de marzo de 2016

Parasomnias infantiles




Las parasomnias son conductas que se producen durante el sueño asociadas a la activación de los sistemas fisiológicos en momentos inapropiados. Estos problemas casi siempre se inician en la infancia y son considerados benignos, remitiendo estos espontáneamente. 

A pesar de su carácter benigno, muchos padres se preocupan por estos trastornos en el sueño de sus hijos.

A continuación redactaré los principales tipos de parasomnias y algunas pautas en relación a ellos:

  • Terrores nocturnos: 
Son bruscos despertares precedidos de gritos, llanto y terror en los que el niño no presenta  sueños.
Suelen comenzar entre los 2 o 3 años y duran en torno a 10 minutos.
Al despertar, el niño se mostrará confusión, desorientación y una vaga sensación de temor.
Los terrores nocturnos suelen desaparecer en la adolescencia.
La pauta más útil para reducirlos es la regularización de las horas de sueño (tener un horario habitual para irse a la cama y dormir, en la medida de lo posible, en el mismo lugar).

  •  Pesadillas:
Son sueños molestos que se van haciendo cada vez más angustiosos, pudiendo provocar el despertar del niño. 
Las pesadillas son una conducta habitual a lo largo de toda la vida, en concreto en la infancia y en mujeres. 
Si se producen muy habitualmente puede que exista una ansiedad detrás de estos, por lo que sería conveniente el tratamiento fóbico para disminuirlos.

  •  Sonambulismo:
Es un estado de actividad motora, en la que el niño es capaz de levantarse, caminar, vestirse...
Estos, al igual que en los terrores nocturnos, no presentan sueños.
Suelen producirse hasta la adolescencia y la duración de cada episodio suele durar entre 15 y 30  minutos.
Al contrario de lo que se suele pensar popularmente, se les puede despertar.
Lo más apropiado es despejar bien la casa  para que el niño no se haga daño, así como tener bien  regulados los horarios de sueño.

  •  Jactatio Capitis Nocturna:
Es uno de los trastornos más tempranos del sueño, suele aparecer en torno a los 8 meses  y desaparecer a los 2 años.
Se caracteriza por movimientos rítmicos del cuerpo, en concreto de la  cabeza y duran  unos 20  minutos.
Es un problema benigno el cual no está asociado con ningún trastorno concreto que desaparece con  el tiempo.
Se recomienda forrar las cunas de los bebés para que no se hagan daño.

  •  Buxismo:
Es un trastorno que se asocia a un rechinar intenso de dientes durante la noche debido a la presión  que se hacen con las mandíbulas. Es propio de la infancia pero también se da en muchos adultos. 
La principal problemática de es el dolor mandibular durante el día y la hipersensibilidad de los  dientes, además del desgaste de los mismos.
Suele asociarse a ansiedad o estrés.
La solución que se suele dar es la colocación de férulas dentales por las noches.

  • Somniloquio:
Consiste en hablar por las noches. 
Se suelen producir a lo largo de toda la vida en situaciones de estrés.
Para estas no existe ningún tipo de tratamiento ni pauta ya que no producen ninguna consecuencia  negativa.





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